lunes, 5 de octubre de 2009

Publicar e doppo morir

Los grandes escritores relatan siempre los avatares para publicar la primera obra, o la segunda, la tercera y así hasta que finalmente alguien los acepta, casi por afecto, sin calcular el futuro que les pueda deparar la literatura. En esta nota, los escritores zonales cuentan sus experiencias para hacer conocer sus obras, pero también cuentan su visión los pequeños editores locales y las librerías del barrio, donde la mayoría de las veces el vecino escritor tiene un lugar para llegar a sus lectores.

Alejandra Murcho es una prolífica escritora sanfernandina. Lleva publicados 13 libros y sus obras están en 18 antologías. Escribe desde los 15 años, siempre sobre temáticas locales, y le gusta investigar. Por propia decisión, regala sus libros, no los comercializa.
Su primera obra data de 1997, es de amor -Cartas llegadas a tiempo- e involucra a sus padres; además escribió sobre artistas regionales de diferentes géneros, «Todas las artes todas», y un libro sobre su bisabuelo, el poeta Leopoldo Murcho.
Comparte la literatura con la repostería. También ha escrito libros documentales (sobre escritores sanfernandinos de 1900 a 2004 por ejemplo) con otros escritores e historiadores como Roberto Carleo, Héctor Segura Salas y Hugo Bouloqc.

Marilyn Zumbo es docente de literatura en la Escuela Media N° 12 de San Isidro. Escribe desde los 14 años. Publicó, «Sophia» -la historia de vida de una mujer- en la editorial De los cuatro Vientos, mediante una edición de autor y ella misma se ocupa en la distribución.
Su experiencia para llegar a las librerías incluye recorridas por Planeta, Norma y otras editoriales. La escritura de su obra le llevó dos años y la tapa de su libro está ilustrada por el dibujante Juan Carlos López, que también prologó la obra.
Aunque llegó a firmar ejemplares de su escrito en la última Feria del Libro de la Argentina, la escritora reconoció: «Es difícil acceder a las grandes editoriales. A escritores no conocidos no se van a jugar a publicarlos».

El historiador Alberto Manfredi (h) escribió más de un centenar de artículos especializados y nueve libros, de su sola autoría, sobre historia local de San Isidro y San Fernando, y tres más en conjunto con Jorge André Lavalle, sobre San Isidro.
Entre otros publicó, «Familias Tradicionales de San Fernando»; una historia de la parroquia sanfernandina Ntra. Señora de Aranzazu, y una historia de las cuatro localidades costeras entre 1580 y 1650 (2009). También se desempeña en el Instituto Histórico de San Isidro.
Para Manfredi los promotores de este género suelen ser mecenas, entre otros, instituciones, vecinos o empresas. Sin embargo no se trata de soplar y hacer botellas pues «hay muchos improvisados y caemos todos en la misma bolsa» advierte.
«No hay conciencia de historia local en las escuelas: Un alumno sabe que San Martín cruzó los Andes, pero no que vino a San Fernando a reponer en su cargo al comandante militar Carlos Belgrano, hermano del creador de la bandera», señala el historiador.
Un párrafo aparte lo constituyen la falta de fuentes fidedignas y el difícil acceso a éstas y a los archivos municipales, por parte de historiadores -no ligados al poder local de turno- que investigan temas «no interesantes» para las administraciones municipales.

Estela Garrido, presidenta de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) Zona Norte, señaló que los certámenes literarios dan derecho a la publicación en una antología pero la mayoría de las veces se pagan.
«El primer premio puede ser la publicación, pero las menciones deben pagar si desean participar» puntualiza y recuerda: «tanto (Jorge Luis) Borges como (Mario) Benedetti siempre contaban que las primeras de sus obras no las recibía ninguna editorial»
Muchas editoriales pequeñas o medianas realizan ediciones de autor, es decir financiadas por los propios escritores en su totalidad, o arman paquetes donde el escritor debe comprar cierta cantidad de su propia edición.
La distribución y la publicidad de la obra corre por cuenta de los autores. Estos suelen dejar en consignación sus libros en las librerías de la zona. «A veces los escritores somos ingenuos. Aparecen editoriales, piden trabajos y después desaparecen», revela Garrido.
La SADE Zona Norte organiza antologías, publicaciones cooperativas con obras de los asociados, con 300 ó 350 páginas. Otro camino de la entidad para conseguir publicar es recibir auspicios de las comunas.
La obra de Ana Bisignani, El Destierro de la Reina, de Corregidor, está en las cadenas de librerías más conocidas. No es una edición de autor. La autora es una experimentada escritora de Olivos que también desde hace tiempo coordina talleres literarios.
El Destierro... le llevó dos años de trabajo, entre 2003 y 2005. La obra se iba a distribuir también en España, pero la crisis financiera global postergó la idea. En 1992 publicó «Nosotros somos», junto a otros dos autores; luego «Historia de una divorciada» (1998).
Antes de poder publicar pasó «por una gran peregrinación» de editoriales. La autora descree de los concursos, y destaca un sistema de publicación que ideó la editorial Dunken para que los talleres de escritura puedan publicar.

Editoriales
«Yo escribo y padecí los mismos inconvenientes. Como lo veo del otro lado, trato de facilitar las cosas», dice Hugo Boulocq, titular, desde 1986, de la editorial local Ocruxaves, sobre la tarea de publicar autores zonales.
La mayoría de los escritores sanfernandinos publica en Ocruxaves. «Las ediciones se consiguen por la mitad de precio que en una grande» indica seguro, sobre la posibilidad que estas editoriales pequeñas, zonales y de autor, le acercan a los escritores locales.
Ocruxaves nació como una revista literaria. La competencia de estos emprendimientos locales son las editoriales medianas y grandes que cobran, encubiertamente, a través de acordar con el escritor la obligación de que este compre cierta cantidad de la tirada.
Las cámaras del libro, generalmente, reúnen a las editoriales con peso económico. Para Boulocq los emprendimientos editoriales locales son «la posibilidad de publicar con un sello editorial» y «que no haya que hipotecar la casa para editar».
Los autores locales publican, en promedio, 100 números y si son docentes y más conocidos, 200 ó 300, además, actualmente la tecnología permite ediciones aún menores y fraccionadas de 50, 100 ó 150 ejemplares.
Luis Alberto García es profesor de historia y con los años estudió edición. Daba talleres de escritura. Desde 1998 es titular de Editorial AqL (Algo que Leer). Uno de los últimos trabajos del sello es Galerías, poesías y cuentos, con tapas de artistas plásticos zonales.
En los 70 se pusieron de moda los talleres literarios y esto dio pie a la formación de los noveles escritores y al afán de publicar después de practicar en los cursos. «Algunos libros vienen ordenados; en otros, el editor sugiere un orden y el diseño» explica García.
Editorial AqL También empezó como una revista literaria. Edita autores de Vicente López y San Isidro, pero también del interior y últimamente de Brasil. «Lo que más se edita es poesía» dice García y agrega: «este año por excepción se editaron muchos cuentos».
Por último, sostiene: «Hay de todo entre los escritores zonales. Muchos son gente que se jubila y empieza a publicar», y evalúa: «las librerías toman (obras) pero con poco espacio pues las editoriales grandes ocupan todas las estanterías».

Librerías
Tierra de libros
, en Acassuso, Tiene un espacio especial para autores zonales y presta el salón para las presentaciones de libros. No es casual. La titular del negocio, la licenciada Silvina Rodríguez, se graduó en letras y escribe criticas literarias.
«Los autores zonales son buscados» por el público, asegura Rodríguez, y explica que los escritores dejan los libros en consignación. Los nombres y temas, así como los precios, son variados, pero coincide con los editores en cuanto a que los de poesía abundan.
En La Boutique del Libro, de San Isidro, revelaron que salen más los libros de historia zonal. El librero se queja de que los autores aparecen de improviso a retirar las obras. Las presentaciones en el tradicional salón o el bar con el bucólico patio natural se cobran.
El Enebro, en San Fernando, justo frente al edificio comunal, recibe obras locales. La librera, Sara Sabah, recuerda que se inició en plena crisis de 2001 y que cuando apareció el libro de Manfredi, sobre familias sanfernandinas, fue uno de lo que más se vendió.
Sabah coincide en la profusión de títulos que reúnen poesía, y en la escasez de narraciones. Sobre los formatos evalúa: «Muchas veces les falta presentación» y sobre la venta revela que «funciona el boca a boca y la amistad»

Alejandro Yasnig, de El Códice, también en San Fernando, dice que no lo visitan editores zonales. Recibe en consignación obras de escritores locales y de Tigre, de los propios autores. En un anaquel del local destaca la obra de Manfredi sobre familias.

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