miércoles, 2 de diciembre de 2009

Mármol griego


por Rodolfo Alonso


Tan fugaz como fuiste,
y fecunda, instantánea
evidencia vehemente,
cruda luz, cosa en claro,
cuando hablaban los mundos
y en el mundo se hablaba.

Te avecinas, aún,
todavía te abalanzas,
serena oscilación
hecha de graves hechos,
tragos de la tragedia
humana y sobrehumana.

Suspendida en el sino
de tu seno asediado,
ni pasado te vuelves
ni presente perpetuo:
royendo horas sonríes
y las olas te labran.

Con mirarte no fuimos
y somos si te vemos.
¿Nuestros ojos te asumen
o tú alumbras los ojos?
Nos asombra tu sol,
y tu sombra nos nombra.

Sin saberlo, de lejos
(Londres se lo guardaba),
desde el British Museum
bendecías a Benin.
Y Venus asentía:
silenciosas victorias.

Desnudo resplandor,
tú, tembloroso abismo,
apruebas y nos pruebas,
tronco, raíz, racimo,
red del vuelo invisible
y del visible cielo.

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