jueves, 8 de julio de 2010

El cuento: origen y desarrollo (33) por Roberto Brey

33

William Dean
Howells
(1837-1920)

Como cuando se habló de Rusia a principios de siglo, fue imprescindible mencionar a Belinsky (ver capítulos 20 y 21) en su tarea de crítico y promotor de escritores, ahora es el turno de un escritor y periodista, que si bien escribió bastante, su importancia mayor se debe al impulso que le dio en Estados Unidos a la literatura realista que llegaba desde Europa.

Así como Belinsky, Howells fue de alguna manera el gatekeeper (una especie de filtro en el periodismo) de la literatura para los norteamericanos de esos años.

Desde muy joven leyó a los clásicos ingleses y aprendió sin maestros el griego, el latín, el francés, el español y el alemán.
Proveniente de una familia galesa y cuáquera, su padre se dedicaba principalmente a la tipografía y, por eso, Howells a los doce años era ya un hábil cajista. “La imprenta fue mi principal escuela”, escribiría luego.
Antes de los veinte años la actividad periodística lo llevó a frecuentar los círculos más distinguidos, tanto sociales como políticos, y de allí surgieron sus principales lectores.

Llegó a escribir una biografía de Abraham Lincoln, encomendada por el Partido Republicano, y luego del triunfo electoral lo mandaron a la embajada en Venecia como premio, donde pasó toda la etapa de la guerra civil y aprovechó para acrecentar sus lecturas. De esa experiencia saldría su Vida veneciana (Venetian Life) y Viajes por Italia (Italian Journeys).

De vuelta a los Estados Unidos, en 1871, fue nombrado primero subdirector y finalmente director del Atlantic Monthly, la revista bostoniana reconocida por su elegante refinamiento. Hasta 1881 allí publicó textos de jóvenes autores como Henry James. Con Mark Twain mantuvo una amistad permanente que culminó con su biografía: Mi Mark Twain (1910).

En principio, coincide con Henry James, en la temática de la confrontación entre la sencillez norteamericana y la artificialidad europea. Muchas de sus protagonistas eran mujeres norteamericanas instaladas en Italia, como en “Verano indio” (1886).

Justamente henry James escribiría en el prólogo de su novela “Vida Veneciana”:
“El señor Howells observa las pequeñas cosas de la naturaleza, del arte y de la vida del ser humano con una visión que le permite extraer toda la esencia y el provecho que ofrecen una serie de aventuras, en su mayoría triviales, y que lo sitúa como el digno sucesor del autor de Un viaje sentimental.”

Su novela más importante fue “El ascenso de Silas Lapham” de 1885, con un protagonista devenido en “nuevo rico” que tiene dificultades para adaptarse a la sociedad de Boston.
Luego de otro viaje por Europa, Howells desde 1886 hasta 1892 colabora en el “Harper’s Magazine”, y a pesar de publicar bastante, su prestigio como crítico se consolida. Por esa época tiene oportunidad de conocer La guerra y la paz, de Tolstoi, recién traducida. ("Jamás volveré a ver -escribió luego- la vida como la veía antes de su lectura"). En la revista dio a conocer a los realistas europeos -Verga, Pérez Galdós, Ibsen, Turguenev, Dostoievski, Tolstoi, etc.- y defendió la causa de un realismo norteamericano fiel a los "aspectos más sonrientes de la vida".

Por entonces Howells adhiere al socialismo, y a la justicia social. Tales preocupaciones dieron lugar en 1890 a En busca de nuevas fortunas, estudio panorámico de Nueva York que abarca todas las clases sociales. Howells siguió componiendo novelas y artículos mensuales hasta su muerte. Su preeminencia y autoridad se vieron casi universalmente reconocidas; y así, en 1909 fue el primer presidente de la Academia Norteamericana de Letras y Artes. El año de su fallecimiento, Main Street, de Sinclair Lewis, confirmaba definitivamente el triunfo del "realismo" en Norteamérica, aunque ya las circunstancias no eran las mismas.

El crítico Jaime Rest considera que la postura realista de Howells tenía ciertas contradicciones, “se suele advertir una actitud reservada que frecuentemente hace pensar en cierta mojigatería, reñida con la sistemática defensa del más crudo verismo”. Aunque él mismo explicaba que al escribir en una revista (dirigida a un público muy amplio) estaba obligado a mantener una actitud diferente que si hubiera sido un escritor sólo de libros.

Rest cuenta que hasta su muerte, desde la revista estimuló a los jóvenes escritores, entre los que se contaba Stephen Crane (recordado por “La roja estrella del coraje”, llevada al cine años después).

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