jueves, 7 de octubre de 2010

El cuento: origen y desarrollo (46) por Roberto Brey

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Italia y los primeros cuentos

Desde el Decameron de Boccacio, el cuento italiano no despega como género literario sino hasta mediados del siglo XVIII con Giovanni Verga.
Por supuesto que el relato popular, la tradición oral del cuento, existe, como en toda Europa, pero no es utilizada en forma literaria, como sí vimos que ocurriría en Rusia, Francia, Alemania o América.

El origen del cuento moderno es posterior todavía al de Inglaterra, ya que el predominio de la lírica fue determinante en el siglo XVIII y principios del XIX.

Giovanni Bocaccio (1313-1375), puede considerarse el primer cuentista italiano con sus célebres cuentos del Decameron. Diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres, se trasladan a una villa campestre para escapar de la peste que asolaba Florencia por esa época. Para pasar el tiempo cada uno debe contar una historia por día. En estos cuentos, la tendencia es el dejar a un lado los convencionalismos religiosos imperantes, y expresar la vida de seres de diferentes orígenes y condición social, que van mostrando, dentro de sus relatos, los cambios operados en la sociedad, con la decadencia del sistema feudal y el crecimiento de la incipiente burguesía.

Admirador de Dante Alighieri (1265-1321), que con su obra poética “La Divina Comedia” llegó a la cumbre de la literatura universal, Bocaccio fue amigo de otro gran poeta: Francesco Petrarca (1304-1374), y sus comienzos están más relacionados con la poesía, en la que introdujo lo que se llamó “ottava rima”, proveniente de la poesía popular. También se reconoce una incursión en la novela psicológica (“Fiammetta”), pero se destacó en los cien cuentos del Decameron, que le dieron nueva vida al cuento (novella). Al decir del crítico ultra católico Edmund Gardner, Bocaccio perfeccionó artísticamente al cuento, considera a la prosa “adornada y poética”, pero carente de “sencillez y franqueza, y estima que el “Decameron” “nos coloca en una situación apropiada para ver ciertos aspectos de la vida de la sociedad del siglo XIV, aunque desfigurados por la obscenidad y empapados de una idea superficial y sensual de la vida.”
Boccacio tuvo diferentes seguidores, que copiaron su estilo y en forma culta o popular contaron historias sin demasiadas pretensiones literarias.

Ser Giovanni Florentino autor de la recopilación Pecorone (c. 1390) es uno de ellos, y de sus novelle señala Laura Carlucci, “se caracterizan por un desinterés casi total hacia la realidad de la época (…) que asumen matices fantásticos que, a menudo, se superponen al plan realista de la narración.” La estudiosa considera que una “observación detallada de la sociedad y la preocupación moral”, caracterizan en cambio las novelle de Franco Sacchetti, Treccentonovelle (c. 1335-1400) y Giovanni Sercambi, Nouvelle (1347-1424). No se puede dejar de lado que la intención de aquellos escritores no era meramente artística, sino que en muchos casos tenían pretensiones moralistas, e intentaban dejar enseñanzas de diferente tipo entre sus lectores, aunque ya no estaban imbuidos de lograr adhesiones religiosas. Sercambi, por ejemplo, no deja de regodearse en sus novelle, en la inseguridad y la violencia de su época, con una serie de narraciones referidas a los asaltantes de caminos, detallando infinitas fechorías, robos, asesinatos donde se caracterizaba a sus responsables como a personajes irredentos, sin aportar alguna actitud comprensiva, o considerar la responsabilidad social que los convirtió en el terror de los mercaderes que transitaban los caminos de Italia.

De Sacchetti se rescatan 222 cuentos de los trescientos originales, y algunos son sólo bocetos incompletos, pero los mejores tiene una clara intención relatora antes que literaria, con un gran detallismo en su observación y muy realista en su expresión, ya que, según el filólogo José Antonio Trigueros, el mismo Sacchetti poseía una vasta experiencia psicológica basada en su vida práctica y activa. Ve en él “un moralismo sereno y amplio, acompañado de un sano y sólido buen juicio, matizado a veces de una cierta tristeza en la contemplación nostálgica de los valores ya superados.”

El parto Franco Sacchetti puede leerse en:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ita/sacchett/parto.htm

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