jueves, 31 de mayo de 2012

Novedades editoriales de junio


Poses de fin de siglo. Desbordes del género en la modernidad de Sylvia Molloy

• Eterna Cadencia Editora presenta una de las obras más esperadas por la crítica literaria hispanohablante: el trabajo de Sylvia Molloy sobre los estudios de género en la América latina de fines del siglo XIX y principios del XX.

• Con humor y perspicacia para leer lo que hasta entonces era indecible, estos ensayos revelan una amplitud de miras que permite vincular, por ejemplo, la definición histórica de lo "normal" con la compleja entrada del continente en la modernidad, condicionado como estaba entre la influencia cultural europea y el expansionismo político de Estados Unidos.
304 págs.
14 x 22 cm.
$110

En estos artículos escritos entre 1990 y 2001, muchos de ellos inéditos en castellano, Sylvia Molloy explora el cruce entre género y nación: las nuevas formas de ser en sociedad y de ser en la nación, que entran en pugna a fines del siglo XIX y principios del siglo XX en América latina.
El encuentro de José Martí con Oscar Wilde, vestido de terciopelo, en 1882 en Nueva York, la admiración de Teresa de la Parra por Colette, y muchas otras situaciones, escenas e imágenes que tienen como protagonistas, entre otros, a Rodó, Rubén Darío, Delmira Agustini, Amado Nervo o Augusto D'Halmar, son el punto de partida de estos textos. En ellos, Molloy devela cómo las economías del deseo marcaron las políticas culturales del modernismo, al tiempo que intenta determinar las estrategias a las que se recurrió para nombrar y clasificar lo hasta entonces indecible, y en las que se cruzaban, a veces de manera disparatada, ideología, medicina, literatura y política.
Reunidos en un mismo libro, estos artículos establecen un diálogo lúcido y renovador. Una obra indispensable para los estudios de género, de una de las figuras más reconocidas de la crítica literaria y la narrativa latinoamericana.

Biografía
SYLVIA MOLLOY nació en Buenos Aires. En narrativa publicó el libro de relatos Varia imaginación (2003) y las novelas En breve cárcel (1981), El común olvido (2002; 2011, Eterna Cadencia) y Desarticulaciones (2010, Eterna Cadencia). Reconocida por su trabajo de crítica literaria y por sus publicaciones Acto de presencia (1996) y Las letras de Borges (1979), fue coeditora de los libros Women's Writing in Latin America (1991) e Hispanism and Homosexualities (1998). Actualmente es Albert Schweitzer Professor in the Humanities Emérita de la Universidad de Nueva York, donde dirigió durante muchos años el programa de escritura creativa en español. 

miércoles, 30 de mayo de 2012

Novedades de junio de Eterna Cadencia


Novelas breves de Juan Carlos Onetti. Prólogo de Juan José Saer 

 • Juan Carlos Onetti es uno de los narradores uruguayos más destacados de la literatura del siglo XX, reconocido unánimemente por sus pares. Su obra aborda las desgracias de la vida humana desde una perspectiva que combina la pregunta existencial con la puesta en escena de la ficción y su poder de salvar a los hombres.
• Eterna Cadencia Editora ha reunido en un solo volumen sus novelas breves (El pozo, Los adioses, Para una tumba sin nombre, La cara de la desgracia, Jacob y el otro, Tan triste como ella y La muerte y la niña), incluyendo además un prólogo de Juan José Saer sobre ellas.
• Un volumen fundamental para los amantes de la literatura latinoamericana. 
352 págs. 14 x 22 cm. $95

En los sesenta, señala Juan José Saer en su prólogo, la novela breve se constituyó en la máxima aspiración estética de los narradores jóvenes. Por un lado, su extensión tenía la ventaja de permitir muchas opciones constructivas. Por otro, los atributos propiamente poéticos y retóricos, como el ritmo, el cuidado verbal, el laconismo, la sugestión -en contraposición a la discursividad, el prosaísmo, las convenciones estructurales y el conceptualismo de la novela- estimulaban especialmente la imaginación.
Onetti, considerado uno de los escritores modernos más originales, utilizó todos los elementos del relato de manera novedosa y compleja. Y las siete novelas que conforman este volumen, sin dudas, confirman esa "unicidad vívida que justifica a toda obra de arte" que menciona Saer.
Pero estas novelas ofrecen también una muestra de los temas predilectos de Onetti: la desgracia y la crueldad, la resignación y el fracaso, la rabia y la autodestrucción, pero también el amor, la culpa, la nostalgia, a veces la esperanza y, sobre todo, la compasión.

Biografía
Juan Carlos Onetti nació en Montevideo el 1º de julio de 1909 y falleció en Madrid el 30 de mayo de 1994. Es uno de los grandes narradores del siglo XX. En 1978 recibió el Premio Cervantes de Literatura. Es autor de innumerables novelas y relatos. Además de los libros incluidos en este volumen, publicó Tierra de nadie (1941), Para esta noche (1943), La vida breve (1950), El astillero (1961), Juntacadáveres (1964); póstumamente, Dejemos hablar al viento (1979), Cuando entonces (1987), Cuando ya no importe (1993), entre otros.  

viernes, 25 de mayo de 2012

El cuento: origen y desarrollo (122) por Roberto Brey


122

Literatura árabe

“La aparición del alfabeto árabe resulta característico de la historia de la escritura. En su origen se encuentra un pueblo de caravaneros nómadas que se desplazaban de oasis en oasis, de mercado en mercado, y que hablaban una lengua que no disponía de escritura: no existían, desde luego, condiciones favorecedoras para la aparición de una escritura, que suele surgir de forma general en medios urbanos. Cuando se veían obligados a escribir, los árabes utilizaban un alfabeto derivado del fenicio, el alfabeto nabateo, pero transcribiendo la lengua vehicular comercial de la época, el arameo. Y será este arameo transcrito en alfabeto nabateo, lo que poco a poco irá arabizándose para dar nacimiento al actual alfabeto árabe.”

Así explica el investigador Louis-Jean Calvet, el origen, allá por el siglo IV d.C., del alfabeto árabe que hoy se escribe.
Algunos estudiosos suelen diferenciar a los textos literarios escritos en lengua árabe, de la literatura persa y de la lengua urdu, que usan el alfabeto árabe pero no el idioma. El argumento es consistente  ya que sería lo mismo igualar la literatura portuguesa, con la francesa o la española, simplemente por utilizar el alfabeto occidental.
La literatura árabe surgió en el siglo VI (solo algunos fragmentos se conservan de épocas anteriores), y es El Corán, del siglo VII, la principal fuente literaria de la cultura árabe y de su literatura.
El período anterior a la escritura del Corán y al auge del Islam es conocido entre los musulmanes como Jahiliyyah, o periodo de la ignorancia, en referencia a lo religioso, pero tiene que ver con falta de literatura escrita durante dicha etapa, aunque no a la tradición oral, que fue considerable. Cuentos como el de Simbad (visto en el capítulo 118) y el de Antar bin Shaddad fueron conocidos primero en el medio oral y escritos más tarde.

El Corán surge de la predicación de Mahoma. Esta obra, cuyo  título significa "lectura", "pregón" o "proclamación" es el texto sagrado de los musulmanes, en el que se incluyen, además de preceptos de la religión islámica, textos de doctrina jurídica, narraciones, homilías, parábolas e, incluso, comentarios acerca de cómo tiene que ser interpretado y leído el propio texto. Y es admirado tanto por sus metáforas como por su claridad.
Es considerada la primera obra importante y con gran influencia en la literatura árabe, y la lengua que utilizaba se transformó luego en el árabe clásico, y a aún con los cambios que fue sufriendo, sigue siendo un modelo lingüístico.
El Corán es la primera obra de gran aliento (114 suras o capítulos, que contienen un total de 6.236 ayat o versos), que utiliza la lengua árabe; pero también significa un adelanto estructural respecto de anteriores intentos de literatura árabe. Como la Biblia para otras lenguas, El Corán ocupa un lugar especial en la literatura árabe, es el origen de infinidad de citas e ideas, y su mensaje moralizante forma parte de innumerables obras.
Además de El Corán, otra fuente literaria importante es toda la tradición acerca de lo que Mahoma dijo o hizo. El corpus entero de estos hechos y palabras se denomina sunnah o camino, y aquellos que se consideraron como sahih o genuinos fueron compilados en el hadith.
Mahoma inspiró las primeras biografías que, al tiempo que cubrían la vida del profeta, contaban lo relativo a las batallas y acontecimientos del Islam primitivo y realizaban numerosas digresiones sobre antiguas tradiciones bíblicas.

La tradición cuenta que el califa Ali, tras leer un Corán con errores, instó a Abu al-aswad al-Du'ali a escribir una obra en la que se codificase la gramática del árabe. Khalil ibn Ahmad, más adelante, escribiría el primer diccionario de árabe, junto con obras sobre prosodia y música, y su pupilo Sibawayh produciría la obra más respetada de gramática árabe, conocida como al-Kitab o El Libro.
Los intentos por profundizar en la investigación de la religión islámica fueron de gran importancia en el estudio de muchos otros temas. El califa Hisham ibn Abd al-Malik (691-743), contribuyó al enriquecimiento de la literatura al hacer traducir distintas obras al árabe. La primera se cree que fue la correspondencia de Aristóteles con Alejandro el Grande. Se tradujeron las fábulas de animales del Iruente, traducciones que, como las de la antigua Grecia, circularían por el ámbito intelectual europeo durante la Edad Media. Estas obras serían introducidas de nuevo en Europa a partir de las versiones en árabe. Era la época del pleno auge del imperio Omaya, con centro en Damasco, y su dominio en Asia y en Europa, que duró hasta casi el siglo XVII.

Poesía
La mayor parte de la literatura árabe antigua está en forma de poesía, de prosa rimada o de una prosa rebozante de versos sueltos. Su temática incluye tanto himnos de alabanza, como discusiones particulares, ideas religiosas, y hasta poemas sobre sexo y alcohol. Una gran preocupación dentro de la literatura árabe (como de otras literaturas antiguas), era la de ser agradable al oído, teniendo en cuenta que la escritura tenía el objetivo de ser leída en voz alta, por ello se ponía un gran cuidado en buscar una sonoridad especial. Incluso la prosa rimada se menciona como ‘saj’, que significaba, originalmente, el ruido que hace una paloma.

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miércoles, 23 de mayo de 2012

Reportaje a Guastavino: un joven y premiado escritor local


Juan Martín Guastavino (43), escritor, vecino de San Isidro, editó en 2010, El silencio del río, una novela que transcurre, en gran parte, en el Delta, y con la cual fue finalista del premio Clarín en 2007, y en 2008 obtuvo una mención en el concurso Letras del Sur. La edición es de la colección Doble mano, de Ediciones Outsider, que busca que un autor consagrado introduzca, en pié de igualdad en el mundo literario, a un escritor novel. El consagrado, en este caso, fue Federico Jeanmaire, además, maestro de Guastavino en un taller literario de la librería sanisidrense, que publicó en el mismo libro, Los Zumitas.

La colección Doble Mano tiene una particularidad; sus libros pueden comenzar a leerse por delante o por detrás, o mejor dicho, no tienen contratapa sino dos tapas. En una, la novela de un consagrado, en la otra la de un escritor novel que con el tiempo, sin duda, lo será.

En una tapa está la novela de Juan Martín Guastavino (43), vecino de San Isidro, El silencio del río. Transcurre, en gran parte, en el delta de la región norte, y con la cual fue finalista del premio Clarín en 2007, y en 2008 obtuvo una mención en el concurso Letras del Sur.

En la otra está, Los Zumitas, del consagrado, Federico Jeanmaire, además, maestro de Guastavino en un taller literario de la librería sanisidrense, la Boutique del Libro. Es de Ediciones Outsider.

Este domingo, 6 de mayo, por la tarde, en la Feria del Libro, Guastavino y otros colegas (participanEdiciones Ruinas Circulares, Hilos Editora, y Ediciones Outsiders) leerán parte de sus obras en el puesto del Instituto Cultural de la Pcia. de Bs As, Pabellón azul stand 402.

En esta nota Guastavino habla de la generosidad del consagrado, de su propia experiencia literaria en la zona norte, de El silencio del río, y de los proyectos de un escritor que define la escritura como un oficio que primero le tiene que agradar a él mismo.

-¿Cómo nace, El silencio del río, usted vivió en el delta?

-No, me llevaban, me invitaba una familia amiga. La que me lleva a escribir acerca de esto es la artista plástica de Villa Adelina, Beti Alonso. Ella iba a pintar con sus alumnos y había un isleño que los asistía; un día le dice a Beti, “sabe, no tengo ninguna foto de mi casa” y ella lo entendió como que el hombre quería que pintara un cuadro de su casa; bueno, finalmente lo hizo y se lo regaló. Yo me imaginé esa historia para atrás. Imaginé que ese cuadro ese hombre lo puso en su casa como algo valioso, y a sus hijos nunca les explicó qué era. Dos ejes de la novela son el padre, el hombre que recibe el cuadro, y el cuadro con la firma de B. Alonso.

-¿Desde cuándo escribe?

-Empecé a escribir a los 17, 18 años, diarios de viaje. En 1994 1995 empecé en un taller literario con Mariana Ginaca. Escribía muchos cuentos y conseguí que me publicaran en periódicos zonales. Me publicaron uno sobre larelojería Chedrese, que estaba en la calle 25 de Mayo a media cuadra del CASI. Participé en un concurso de la provincia de Buenos Aires para jóvenes narradores en 2000-2001 donde saqué una mención y me publicaron; y saqué el primer premio del concurso 300 años de San Isidro, con el cuento Midnight Rambler, que es el título de una canción de los Rolling Stone, pero en el cuento el narrador es un vigilador que trabaja en una garita de seguridad en San Isidro. Un cuento verdaderamente contracultural.

-¿Lo conocía a Federico Jeanmaire?

-En 1999 comencé un taller en la Boutique del Libro con Federico Jeanmaire. Él fue muy generoso con todos y conmigo más. Me ayudo mucho en todo momento y cuando se entera de la colección Doble mano, de Ediciones Outsider, él me llama a mí para que le lleve la novela al productor. La novela la escribí yendo al taller y antes de esto fui finalista del Premio Clarín en 2007.  

-¿Esperabapublicar con él?

-Es increíble. pero las cosas pasan. Cuando me publica la provincia de Buenos Aires un cuento en una antología, me llamó alguien del gobierno provincial, año 1999, el país explota en crisis, y me dice: “tengo la partida para el libro y lo voy a editar”. Lo editó y me trajeron 10 libros a casa. Lo mismo en San Isidro y con Outsider. Cuando uno crítica mucho a la Argentina, pasan cosas también bastante increíbles. Los Zumitas la publica Norma y cuando se vencen los derechos los Outsiders le proponen a Federico la colección, y sede sus derechos. Lo hace generosamente porque le gusta el proyecto. Que figure una obra de él es un bonus. Es la única forma de poder difundir.

-Publicar junto a Jeanmaire lo ubica en la palestra...

-Escribo para pasarla bien, divertirme y si se consigue la edición, es fantástico, y si alguien lo lee y le gusta, es espectacular, pero hay que darse cuenta de que uno escribe para uno, no para otros, si no es soberbia decir “esto le va a gustar a alguien”. Primero me tiene que gustar a mí y después a los demás. Algunos dicen “yo escribo para un lector ideal que responde a un ideario”, pero esa definición termina respondiendo a uno mismo (risas).

-¿Poesía escribe?

-Trabajé poco con poesía, como ejercicios de taller. A veces un verso se te escapa y lo ponés en una novela. En 2010 terminé otra novela que se llama, Nely no me mientas, sobre una señora que se involucra en un accidente de tránsito por acá por la zona, con varios narradores, que también fue finalista del premio Clarín, en 2010. Yo viví toda mi vida, trabajo y fui a la escuela, a la N° 3 en el partido. Si uno consigue escribir de lo que sabe es más factible hacerlo. Es más fácil construir un verosímil acerca de algo que es familiar. En esta construcción de mundos es más fácil si manejás el micromundo. Aunque esto no sea estrictamente así, Borges escribió cuentos sobre cuchilleros y él no lo era, pero bueno (risas).

-¿Usa la PC para escribir?

-Ahora sí, pero escribía a mano. Lo próximo que escriba, lo quiero escribir a mano. Como un ejercicio. La PC te hace pensar menos, con ese ir, correr, leer, corregir. Pareciera que es todo menos definitivo. (Juan José) Saer escribía a mano y luego él lo pasaba a la computadora, y cuando terminó la novela La Grande tenía siete cuadernos. Ya estaba enfermo. Es cierto que la PC ahorra tiempo, pero Saer, por ejemplo, ya enfermo escribía a mano en el cuaderno y no tenía tachaduras ni mucha enmienda, tenía bastante claro el oficio. En este mundo de imagen e inmediatez la literatura es contracultural, eso le da valor a los libros.

-¿Tiene contacto con otros colegas? Me refiero a grupos culturales o algo así...

-Federico nos recomendó que nos relacionemos con nuestra generación de escritores. Con NachoSampietro, Javier Pascual, otra chica que fue finalista de Clarín conmigo, nos juntamos una vez por mes, o cada dos meses, nos juntamos en la casa de alguno y nos leemos, cada uno refuta lo que escribiste, y la verdad es que ayuda un montón, te dicen opiniones sinceras, sin ser cuchilleros, con estímulos positivos. Tenemos estéticas realmente diferentes y eso es importante.

-¿Qué le depara el futuro?

-Escribo desde fines de 2010 sobre un señor en segundas nupcias, mayor, que se engancha con una chica treinta años menor que él. La novela se llama Tiempo Muerto, el estaba exiliado pero vuelve a la Argentina en 2003 ilusionado con lo que propone el kirchnerismo, pero no es sobre política la novela. Lleva a jugar a su hijo y mientras lo espera él escribe. Vuelve a la Argentina a vivir algo pendiente. Hay contrapuntos, tiene que haber tensión en las novelas. Saer dice, creo, en uno de sus ensayos, que la novela clásica termina con Madame Bovary (de Gustave Flaubert), y a partir de allí son relatos con textos fragmentados. Con la imagen hay que escribir distinto, con una descripción de novela clásica tal vez te aburras. La búsqueda tiene que ser por otros lugares, recurrir a otros recursos que duplicar la imagen. Es la pregunta por el arte ¿Vale la pena seguir pintando después de Van Gogh? Si, definitivamente, vale la pena.

Gustavo Camps


Link Permanente:  http://www.sprensalibre.com.ar/index.php?id=4497

viernes, 18 de mayo de 2012

El cuento: origen y desarrollo (121) por Roberto Brey


121

África (continuación)

Una historia popular del folclore africano es la de un pequeño animal y los trucos que utiliza para enfrentarse a criaturas de mayor tamaño. Algunos de estos animales son Anansi, una araña del folclore de los Ashanti de Ghana; Àjàpá, una tortuga de los Yoruba de Nigeria; y Sungura, una liebre que aparece en el folclore de la zona este de África. En realidad, figuran todos los animales del monte, y estos son similares a los que aparecen en los relatos europeos que, según algunos especialistas, tienen su origen africano. En Cuba, los cuentos de Amadou Koumba de Birago Diop, pueden compararse con los de La Fontaine. Amadou Koumba fue un griot senegalés del pueblo wolof muy destacado y Birago Diop tuvo oportunidad de asistir durante su niñez a sus sesiones de cuentos y ya en Europa, los refiere y recrea en lengua francesa.
El antrópologo y pensador cubano Fernando Ortiz, en Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba, Letras Cubanas, La Habana, 1981, p. 529, relata:

"Las fábulas de animales son muy numerosas e interesantes en África, tanto que es verosímil que este tipo de narraciones se haya originado entre los negros afroocidentales (…). Su primera aparición, dice Talbot, parece ser en la obras de Hesiodo, que probablemente estuvo en relación con Egipto. Frobenius y otros han observado que las clásicas fábulas de Esopo se parecen mucho a las de los negros africanos y hasta se ha dicho que Esopo, esclavo y feo, fue "de color".

El sabio senegalés Cheikh Anta Diop (1923-1986) explica: "El género de la fábula, típicamente negro –o Kushita, como lo escribe Lenormand– que consiste en poner animales en escena, fue introducido en Grecia por el negro egipcio Esopo, inspirador de las fábulas de La Fontaine.”
Estas historias fueron realmente conocidas ya en la época de la colonia en África; y mucho de la forma de darla a conocer, contarla e interpretarla, tiene que ver con las ideas que impulsó la colonización europea.
El mismo Diop escribiría también: “… el nacimiento de la egiptología se caracterizó por la necesidad de destruir a toda costa y en todos los espíritus, de la forma más radical y completa, el recuerdo de un Egipto negro…”
Porque para Diop al continente africano hay que concebirlo en su integralidad, que deriva de un proceso de formación de miles de años atrás. Desde la aparición del hombre en el centro mismo del continente negro.

Para Jacint Creus, el Romanticismo europeo situó la literatura oral en “aquella idea de que cada nación tiene su propia cultura popular y la voluntad de recuperarla”. El desarrollo de esa idea coincidió con el ataque colonial al conjunto del continente africano.

“En el África subsahariana las recopilaciones etnográficas corrieron a cargo, esencialmente, de misioneros, de militares y de administradores coloniales, todos ellos imbuidos por las ideas al uso. La literatura oral africana, como tantas otras cosas, fue recopilada y estudiada desde parámetros exclusivamente europeos. «Mostrar cómo eran los africanos» era el objetivo inmediato de trabajos que siempre fueron pensados, además, para lectores europeos ávidos de exotismo; y ello implicaba, previamente, determinar también qué era lo que «valía la pena» ser mostrado, ser transcrito y publicado.
Y aquí, nuevamente, volvería a funcionar como un reloj el concepto de «autenticidad» otorgado a toda la literatura oral «digna de ser recopilada».
Sólo que, en esta ocasión, esa «cultura tradicional» que debía ser objeto de estudio no tenía como finalidad la «recuperación del pasado»: las sociedades africanas eran percibidas como no históricas; y, en la Gran Cadena ideada por el evolucionismo cultural, ocupaban «estadios anteriores» de «civilización»: la literatura oral, pues, podía ser recopilada «naturalmente» en aquellas sociedades «atrasadas», lo cual podría dar un poco más de luz a los «estadios anteriores» propios; y, en cualquier caso, ayudar a la tarea «civilizatoria» que justificaba el proceso de opresión.

 Jacint Creus, Departamento de Antropología Cultural e Historia de América y África, Universidad de Barcelona.

Literatura precolonial

Es poco lo que se conoce de la literatura precolonial, poco también ya en época de la colonia, y mucho menos en castellano. Algunos de los trabajos africanos más conocidos a partir del período de la colonización y del comercio del esclavo son, por ejemplo, el de Olaudah Equiano  (1745–1797), también conocido como Gustavus Vassa,  que escribe una autobiografía: La narrativa interesante de la vida de Olaudah Equiano (1789), donde relata su experiencia como esclavo y su vida posterior cuando puede comprar su libertad.
Ya en el período colonial, los africanos expuestos a los idiomas occidentales comenzaron a escribir en diferentes lenguas. En 1911, José Ephraim Casely-Hayford (también conocido como Ekra-Agiman) de Ghana, publica lo que para algunos es la primera novela africana escrita en inglés, Etiopía desatada: Estudios en la emancipación de la raza. Entre la ficción y el ensayo político, su publicación en la prensa occidental marca un antes y un después en literatura africana.

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jueves, 17 de mayo de 2012

Libros recomendados: Berberova desmenuza a Nabokov y a su Lolita



“Nabokov y su Lolita” es el título del ensayo hasta hoy inédito que  la editorial La Compañía puso a consideración de sus lectores. Con traducción de Pedro B. Rey y posfacio de Hubert Nyssen, ahora se conoce este ensayo, que la escritora rusaNinia Berberova nacida en 1901, recién a los 65 años de su vida escribió, para indagar en la escritura de Vladimir Nabokov y en su exitosa novela “Lolita”.

Hay explicaciones que hablan de esta tardanza (algunas las brinda Nyssen), teniendo en cuenta que ambos escritores se conocían bastante e integraban ese grupo de escritores rusos que durante años esperaron inútilmente la caída de un régimen que odiaban  y que los había llevado a adoptar otras nacionalidades, aunque integraban ese gran exilio de cierta “inteligentzia”, que se produjo después de la Revolución de Octubre de 1917.

Nabokov, miembro de una familia aristocrática que le había enseñado a hablar primero el inglés que el ruso, emprendió su exilio hacia a Alemania en 1919 y después de sus primeros escritos en lengua rusa, pasó definitivamente en 1938  a escribir en inglés y finalmente se hizo ciudadano norteamericano en1950.
Berberova también en esa época se radica en Estados Unidos, después de haber pasado su exilio en Europa, y construir una carrera, si no exitosa, reconocida luego en su vejez, como poeta, prosista y ensayista, que supo describir como nadie la vida de los exiliados rusos en Europa.

Por contrapartida, Nabokov conoció las mieles del éxito, en especial luego de su Lolita, algo que Nyssen destaca como motivación en la escritura de este ensayo de Berverova, que a pesar de su talento, nunca alcanzó tal fama. Tal vez su condición de mujer, o esa doble condición de ser anti zarista y anti bolchevique al mismo tiempo, mantuvieron los resquemores sobre una personalidad que fue rescatada tardíamente.
Nabokov, que se jactaba de no leer a los escritores rusos, por lo menos a los que vinieron después de Gogol, refiriéndose a una de las poesías de su adorado Pushkin, deja todo un legado sobre la necesaria prescindencia de todo poeta: “Alguna vez, quizás, el más puro artista está tentado de decir su palabra, cuando el clamor de su siglo, los gritos de los que son degollados o el gruñido de algún bruto llegan hasta él; pero es una tentación a la que no debe sucumbir…”, decía en momentos en que la barbarie nazi se abatía sobre el mundo. Esta manifestación es también una muestra de la polémica que se daba entre los que vivían fuera de su país de origen.

Pero Berverova en su ensayo elabora toda una teoría sobre la literatura, y sobre esa base analiza no sólo a Lolita, sino toda la obra de Nabokov y de su método de escritura. Se podrá estar de acuerdo o no con esos análisis que realiza la escritora rusa, pero es imposible dejar de admirar su talento para emprender tal tarea.
Estos textos, además, permiten adentrarse en otros escritores, en la escritura misma, y muestran la admiración de Berberova por quien, para ella, es el único escritor ruso “que al mismo tiempo pertenece a Rusia y al mundo occidental”.
El complemento de Hubert Nyssen, que rescata el trabajo de la escritora, completa brillantemente la obra y aumenta el interés hacia ella.

R.B.
Nabokov y su lolita
Nina Berberova
96 pág. $56


martes, 15 de mayo de 2012

EL RECHAZO


                                                                                 
 (Cuento del profesor sanfernadino Francisco Vázquez)

   El profesor don Nilamón paseaba pensativo por la costanera. A su izquierda, el pretil; abajo, el río, silencioso, diligente. El profesor recordó un dicho: «Viejo es el viento, pero sigue soplando». Lo modificó: «Viejo es el río, pero sigue corriendo». Después de milenios continuaba sustentando sus peces, rozando la cabellera de los ribereños sauces que lo saludan haciendo mesura con la cabeza, bañando los juncos de sus costas. Allí pescaron y nadaron sus abuelos, sus padres, él de niño...
  La negativa lo tenía abrumado. ¡Con todo lo que él la quería! «La diferencia de edad, don Nilamón, la diferencia de edad...» Él nunca había pensado que esa diferencia de edades pudiese ser estorbo tan radical.
   -Piense, don Nilamón -había alegado la moza- que llegará día en que uno de nosotros anhelará ir a una fiesta, al teatro, a divertirse, y el otro soñará con quedarse en casa junto a la lumbre...
   Él la quería, y mucho; se lo había dicho. Le había propuesto formalmente matrimonio. Cobraba él un sueldo con que tener moderada pasada. Además, ella ganaba lo suyo. Estaba la casa heredada de sus mayores, en que él vivía, que podía servirles de hogar. Pero la moza era irreductible: La diferencia de edad se interponía a ley de infranqueable tapia. Aquel viaje a la casa de ella, para intentar una vez más reducirla, sería el postrero. Resolvió alargar algo la caminata para pensarlo más por menudo, y echó por la costanera. Vestía su mejor terno, el azul grisáceo, camisa celeste, pajarita nueva, sombrero hongo castoreño, guantes de color de perla, bastón de junquillo de puño de nácar y regatón de bronce, y botinas castañas picadas.
   Llegó, y dio tres golpes con la aldaba; acudió la criada, y lo hizo pasar a la sala.
   -Doña Afinidad en seguida vendrá- dijo, y se fue. Doña Afinidad, la joven profesora, se presentó tras solo unos instantes. Era preciosa, juvenil pero de aspecto adamado, el cabello rubio recogido arriba, discretos pendientes haciendo juego con una gargantilla que le circundaba el blanco y enhiesto cuello, vestido de  amplias faldas de color rosado casi blanco, y flores encarnadas, botitas de tacones de regular altura. Tendió hacia el profesor una mano blanca, de largos y finos dedos, uno de ellos ensortijado con anillo que pertenecía, por la cuenta, al mismo aderezo de los zarcillos y gargantilla, y lo saludó.
   -Pase, don Nilamón. A fe que no esperaba su visita.
   -Vine a traerle esto.
   Don Nilamón le alargó un paquetito. Ella dudó en aceptarlo; al fin lo recibió, y se dispuso a abrirlo.
   -Vine a traerle eso... y a insistir en mi demanda. Confieso que me costó mucho resolverme...
   Ella acabó de abrir el paquete. Adentro, un estuche. En él, una preciosa sortija.
   -¡Por favor, don Nilamón! ¡Esto no es lo correcto! Ya hemos tratado el tema, y conoce mi resolución.
   -Es que no puedo resignarme...
   -Pues tendrá que hacerlo. Lo que ahora aparenta ser algo insoportable, algo insalvable, dentro de poco le parecerá capítulo cerrado; una pequeña y pasajera crisis.
   Se veía que la muchacha no sabía qué hacer con el regalo. Devolverlo sin más al pretendiente se le hacía muy duro. Aceptarlo y quedárselo, en vista de las calabazas dadas, inmoral. Optó por dejarlo momentáneamente en una rinconera, y convidar al visitante a tomar asiento. Conversaron.
   -Le reitero, don Nilamón, lo que le dije: No es que yo no aprecie su cariño; todo lo contrario: Me halaga, me halaga profundamente. Pero si me opongo, más lo hago por usted, que por mí. La diferencia de edad provocará, sin duda, a la larga, graves inconvenientes.
   -Los años, doña Afinidad, irían limando, atenuando, esa desigualdad. Al paso que nos fuésemos haciendo... digamos... maduros; viejos, si quiere, la desigualdad se disimularía.
    -No estoy tan segura de ello...
   Se produjo un embarazoso silencio. Al fin la joven tomó una resolución: Se levantó de la butaca que ocupaba, fue a la rinconera, cogió el estuche, lo envolvió de nuevo de prisa en el papel en que lo había recibido, y se lo alargó al pretendiente.
   -Tome, don Nilamón; cumpla con mi voluntad; pronto, después que recapacite y lo madure, me lo agradecerá.
   Sentado en su sillón, las manos asiendo los brazos del mismo, quieto, como pasmado, mirando a su interlocutora con desconsolado semblante, el sombrero en el regazo y el bastón apoyado en el flanco del asiento, el profesor era la imagen misma del dolor, del desamparo. La dama se sintió forzada a sacarlo de su letargo.
   -Venga, venga conmigo, no sea tonto.
   Lo cogió de un brazo, hizo que se alzara, le entregó el junquillo, que el pobre, del embarazo, ya se olvidaba, y lo acompañó hasta el zaguán. La profesora le quitó el paquetito de las manos, y se lo metió en uno de los bolsillos de la chaqueta. Abrió después la puerta, y lo plantó en la calle. Allí, la damisela se abonanzó.
   -Quiero que recuerde, profesor, que su amor, y todo lo que estamos viviendo, permanecerá por siempre en mí como uno de los más dulces, queridos, entrañables recuerdos. Los ojos se le llenaron de lágrimas.
   Entró, y cerró la puerta. El profesor, caminando tristemente, se alejó calle abajo.
   Ella tenía 31 años; él, sólo 19; había sido alumno de ella en la secundaria.

viernes, 11 de mayo de 2012

El cuento: origen y desarrollo (120) por Roberto Brey



120

África (continuación)

Sundiata Keita o Sundjata Keyita o Mari Djata I (1217-1255) era el fundador del Imperio de Malí y celebrado como héroe Mandinka, gente de África del oeste. (También fue conocido con “Rey León” y sus hazañas comparadas con las de Alejandro Magno.)
El imperio Mande, Melle o Malí es el formado por el pueblo negro de los mandingos o malinké que recogió y amplió la herencia de Ghana en el siglo XIII. Cuenta  la investigadora cubana Mirta Fernández Martínez que en sus orígenes no era más que una especie de confederación de territorios mandados por jefes de tribus que sirvieron durante mucho tiempo de refugio contra los ataques exteriores, hasta que, enriquecidos por el oro, las circunstancias históricas les permitieron la creación de un poderoso Imperio. 
Dos dibujos de Sundiata.

Sundiata Keita de la dinastía mandinga de los Keita, que había sido en su mayor parte exterminada por el Reino de los Sosso, logró hacer cristalizar en torno a su persona las aspiraciones de libertad de los mandingas, lo que le permitió liberarse en 1235 del dominio del rey de Sosso, Sumaoro Kannte, al que dio muerte, y formar un imperio que se extendía desde el océano Atlántico hasta el Níger. Su inmensa popularidad de libertador no sólo se debió a la liberación de parte de los mandingos del poder de los Sosso, sino a su política de reducir al máximo la esclavitud como costumbre existente entre su propio pueblo. Hacia 1240 ocupo Ghana y destruyó su capital no cesando de ampliar sus dominios hasta que una flecha envenenada acabo con su vida en 1255. Su hijo y sucesor, Mansa Ulé (1255-1270), continuó la política paterna, especialmente en los aspectos comerciales con el mundo musulmán.

La épica
Si bien la épica africana tiene ciertas particularidades, cumple con los parámetros generales del género, tal como se manifiestan en las epopeyas de otras civilizaciones: largos poemas ritmados o cantados en versos; producto colectivo y anónimo o producto del genio de un autor; transmitidos y remodelados a través de los siglos; se centran en príncipes o reyes y en un personaje que marcó su época; los héroes están dotados de cualidades excepcionales: “si se equivocan, se sobreponen a la adversidad e inspiran a los demás y se elevan por encima de decepciones y servidumbres; son individuos cuya dimensión extraordinaria les permite cumplir la función de héroes fundadores y/o héroes que desafían al destino y a la condición humana; los elementos sobrenaturales intervienen en la acción y son decisivos; el material de la epopeya se extrae de la tradición y la historia nacional reinterpretada a partir de una visión mítico legendaria”, explica Martínez.

La especialista Lilyan Kesteloot, profunda conocedora de la épica africana afirma: "La epopeya emociona más que una novela de amor. Apasiona más que una novela policíaca, distrae más que un cuento porque el público que la escucha se siente implicado, ya que sus héroes han tenido una existencia real". Como dice Martínez, “la épica africana es un género vivo en este continente, que se renueva y enriquece cada día. Entre las constantes estéticas predominantes en la épica africana, que la caracterizan se encuentran: la estructura iniciática del relato, la antropomorfización, la zoomorfización, la utilización casi constante de la hipérbole,de la enumeración acumulativa, la reiteración, la fabulación mitológica, el uso de la magia”.

Estas características, también es posible encontrarlas en otras culturas y religiones.
En África, menciona Martínez a Shaka, “fundador del imperio zulú, designado por algunos historiadores como "el Napoleón africano" por haber construido un imperio en menos de diez años utilizando la guerra a muerte y la masacre contra todos los que se le oponían, es el héroe de la epopeya del mismo nombre”. Los hechiceros ya habían predicho su destino y le habían señalado el mejor camino para cumplirlo, y estaba plagado de sacrificios y de sangre inocente.
Los zulúes estaban concentrados en el sureste de lo que hoy en día es Sudáfrica, a principios del siglo XIX. Tenían una cultura propia que los unía, pero permanecían separados en clanes sin un líder común. En 1816 Shaka tomó el poder total sobre todos los clanes zulúes, luego de distinguirse en la batalla, tanto física como estratégicamente. En una campaña de conquista unió a todos los clanes bajo su gobierno.

Un rígido programa de entrenamiento, nuevas armas estilo espadas que reemplazaban a las tradicionales lanzas, nuevas formaciones de ataque, un estricto código de obediencia. Logró en pocos años conquistar los territorios vecinos incluyendo 200 mil nuevos súbditos. Fue asesinado en 1828. Pero a pesar a esto, no significó el fin del efecto que Shaka creó en la historia del sur de África. La novela épica la hizo el escritor inglés Henry Rider Haggard (célebre sobre todo por Las minas del rey Salomón), que cuenta la historia mítica del pueblo Zulú, con elementos sobrenaturales (en 1892).

Como en la Iliada de Homero, la epopeya Sundiata comprende varias partes con una base histórica real. Comienza con la historia de Sundiata y pasa por la historia  de cada provincia del Imperio.
Otros ejemplos son la antigua epopeya de Dinga del viejo imperio de Ghana, y el Kebra Nagast o libro de reyes de Etiopía. Este último es considerado por el movimiento rastafari la verdadera historia del origen de la dinastía salomónica, y su conversión al cristianismo. Se creee que es una recopilación realizada hacia el año 1300 de tradiciones muy anteriores, redactado en su origen, según los estudiosos, en árabe.

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